
Por Fernando Meraz
Será la coincidencia, el destino o cosa de supercherías. Acabando de realizar algunos cambios a las pestañas iniciales de mi navegador me tope con la noticia de la muerte de Augusto Boal. Lo cierto es que tenia ya pensado comenzar un blog sobre el teatro en nuestros días. Conozco el trabajo de Augusto en su famoso “Teatro del Oprimido”, mas por vivir en un país donde encontrar un libro bueno cuesta traerlo de su nación de origen, no he podido comprar su magna obra de igual titulo que su creación. Bueno, sea por coincidencia u otras fuerzas incomprensibles. Mi primer blog lo dedicare en breve a la trayectoria y herencia teatral de Augusto Boal.
El año de 1931, un 16 de Marzo, vio nacer en Río de Janeiro al dramaturgo y director brasileño Augusto Boal. El joven escritor siente pasión por el teatro y la Ingeniería Química, esta ultima es la causa por la cual en 1953 comienza sus estudios en territorio estadounidense, mas esta no seria la carrera que seguiría, pronto se unió a un grupo de escritores de teatro y presentaría sus primeras obras de aquel lado de la frontera. La primer faceta de su dramaturgia la encontramos a su regreso en Brasil donde junto con Gianfrancesco Guarnieri funda el Seminario de Dramaturgia del teatro de Arena, el cual dirigía el mismo desde 1958. En 1960 uno de sus primeros éxitos -Revolución en América del Sur- ya nos habla de su teoría de un teatro democrático. Adapta varias obras del teatro español del Siglo de Oro, y escribe otras tantas desde su perspectiva social. En 1969 presenta Bolívar, labrador del mar, que en plena dictadura, fue el comienzo de su prisión y el consiguiente exilio de Brasil.
Ya en exilio, residente en Argentina, comienza sus investigaciones y conferencia del teatro del Oprimido, de esta época es su obra Torquemada que habla de las torturas en prisión que a el le habían tocado vivir en el 71. Tras realizar extensos estudios de la realidad teatral de América Latina hace su viaje a Portugal en 1976, dos años después estaría dando clases del Teatro del Oprimido en la Sorbona de Paris donde funda el primer centro de desarrollo de su técnica dramática. Antes de terminar la década hace presentaciones teatrales en Alemania y Nueva York con su estilo que lo distinguiría como innovador del teatro.
En el 86 Boal regresa a Brasil por la declarada necesidad del nuevo gobierno a usar el teatro como una forma de conocimiento entre las masas. Tras quedar truncado este proyecto Augusto funda en Río de Janeiro el CTO (Centro del Teatro del Oprimido) con el cual comenzaría una larga lucha por los derechos humanos tanto en la ciudad como en todo Brasil. En 1990 se presenta su espectáculo Somos 31 millones ¿y ahora?, con el cual el CTO-Río comenzaba oficialmente su poder sobre las masas para luchar por la libertad, la igualdad y los derechos humanos de las mismas. En el 92 es electo concejal y comienzo su proyecto de Teatro legislador intensificando su trabajo social. En 1999 presenta Carmen de Bizet el puro estilo brasileño, en el 2000 esta llegaría a Paris. Los trabajos hechos a través del lenguaje teatral en su Teatro del Oprimido hicieron a Boal una nominación al Nóbel de la Paz en el 2008.
Hace apenas dos meses, en marzo, es reconocido por la UNESCO como “Embajador Mundial del Teatro”, mas este mote como ya mencione no le duro demasiado en vida. Ayer, sábado 2 de Mayo el señor Augusto Boal muere de una insuficiencia respiratoria en el seno de la ciudad que tanto protegió. Sin duda hay muchas cosas que faltaron por hacerse, sus trabajos sociales a través del teatro no terminaron. En el aire se ha mencionado que el Teatro del Oprimido ha muerto. De mi humilde punto de vista pido que dejemos un tiempo para ver tal predicción. Augusto nos mostró como el arte puede servir para fines prácticos mas haya que el simple entretenimiento. Su pasión arde sobre las nuestras para encendernos de una llama que aun no se ha apagado. Tal vez el Teatro del Oprimido deje de existir como tal, pero en la mente de los alumnos de Boal, de los amantes del teatro que nos toco escuchar de sus trabajos, la escénica de aquel hombre seguirá viva en otra persona y con otro nombre. No queda más que darle telón a Boal, gracias por su trabajo y su innovación.
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